¿Cómo se formó el Nuevo Testamento?


Mientras vivieron los apóstoles y otros discípulos que conocieron y escucharon personalmente a Jesús, ellos se encargaron de referir lo que habían visto y de repetir lo que habían escuchado de los labios del Señor. Al testimonio profético de las Escrituras judías añadían el suyo. «Nosotros somos testigos», dijo Pedro ante el Sanedrín (Hechos 5.32). «Nosotros hemos visto su gloria», escribía Juan en su evangelio. Así surgió la tradición oral, a que recurría Pablo mismo cuando aseguraba a los corintios: «Os transmití, como lo principal de todo, la tradición que a mi vez recibí» (1 Corintios15.3).

Pronto empezarían, sin embargo, a consignarse por escrito y a circular en copias hechas libremente, los primeros registros. No sabemos con certeza cuáles fueron. Quizá concisas reseñas de incidentes en la vida del Señor. Tal vez colecciones de sus dichos, sucintas «memorias» de los testigos, o apuntes de los que oían hablar a los testigos. Los eruditos suponen la existencia de una colección de dichos de Jesús (en griego Logia), fragmentos de una vieja copia de la cual podrían ser dos hojas del llamado Papiro Oxirrinco, halladas una en 1897 y otra en 1903, que datan del siglo III. Con más vaguedad hablan también de una primitiva tradición escrita que designan con la letra Q, inicial del alemán Quelle, «Fuente».

En todo caso, la etapa puramente oral que precede a la formación del texto del Nuevo Testamento es sumamente breve, y otro tanto la intermedia en que dicha tradición coexiste con esos misteriosos primeros escritos anónimos, que no parecen haber sido abundantes, ya que los creyentes de esa primera generación estaban ciertos de que la Segunda Venida del Señor iba a ocurrir pronto, tal vez aun antes de que ellos murieran. A diferencia de la etapa oral que antecede al Antiguo Testamento, la del Nuevo dura escasamente unos tres decenios. Hacia el 50 A.D., Pablo escribe a los tesalonicenses desde Corinto su primera carta. Con ella empieza, cronológicamente, el Nuevo Testamento.

La actividad epistolar del gran apóstol continúa hasta su muerte, ocurrida entre los años 61 y 67. Y aunque algunas de sus cartas se perdieron -dos a los corintios, de las que algunas partes se hallan incorporadas a las ya conocidas como 1 y 2 Corintios, y ciertamente una a la iglesia de Lao­dicea, citada en la de Colosenses (4.16)- con ellas se forma una cuarta parte del texto neotestamentario y ciertamente su núcleo doctri­nal. Hacia el año 65 aparece el Evangelio según Marcos, al que siguen Mateo y Lucas. En los últimos decenios del siglo surgen otras epístolas, el magnífico tratado de autor desconocido que llamamos Hebreos, y al final la Revelación de Juan.

Comienza la etapa en que se intensifica la multiplicación de copias de los escritos que ahora forman el Nuevo Testamento. Circulan primero, como sucedía con los del Antiguo, en rollos por separado o en hojas sueltas de papiro. Pero con ellos empiezan a formarse colecciones, la primera, al parecer, de las cartas paulinas. Más tarde quizá la de los evangelios. Hacia fines del siglo II los cristianos adoptaron la forma de códice, hojas escritas encuadernadas como libro, sistema que había empezado a emplearse en el siglo I y que acabó por sustituir a los rollos y las tabletas como material de escritura, y parece que los primeros códices cristianos fueron de los cuatro evangelios, de los evangelios y Hechos, de 10 epístolas paulinas, y de las 13 epístolas de Pablo. Fue ya bien entrado el siglo III cuando aparecieron códices con todo el Nuevo Testamento, y tal vez con toda la Biblia.

Igual que en el caso del Antiguo Testamento no hubo durante siglos un textus receptus del Nuevo. La libre multiplicación de copias dio lugar también a la formación de familias textuales que, como en el caso del texto del Antiguo Testamento, se fueron formando en torno a ciertos centros de erudición bíblica cristiana. Se señalan así por lo menos tres principales tipos de texto: el alejandrino, el llamado oriental, emanado de Cesarea y Antioquía, y el llamado occi­dental, que se desarrolló en África, Italia y Galia. El alejandrino, también llamado por algunos eruditos «neutral», es el que se considera generalmente como mejor conservado.

10 comentarios en “¿Cómo se formó el Nuevo Testamento?

  1. Carlos de Venezuela

    Hermanos. Paz, amor y sabiduría eterna para todos.
    Estoy a la busqueda de Eliseo el sanador esenio de la época de Jesús. Por favor si ustedes tienen alguna referencia de este hermano esenio envíenme la información al correo de rowak8500ac@hotmail.com
    Mucho les agradecería pues soy un estudioso de los temas relacionados con el maestro.
    Paz, amor y sabiduría para todos.

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  2. cesar navas

    todo es muy bueno la cuestion que los padres an adormecido amuchos cristianos no ablan la berda tienen miedo de ablar en publico la cuestion es decir la berda que dios es un dios vivo un realismo porque nosotros somos ymajen del que acada rato lepedimos favores de sanacion y de que nos ayude de la muerte que no los pase nada prosperida y salud amor solo el es el unico que nos escucha dios dios dios dios te amo padre aaamen.

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  3. Mafra Joel Valdivia

    Tienen claro que l subir este trabajo a internet, se arriesgan a que les digan que es una falacia, una mentira, una bobada, un trabajo infantil, tendencioso y aberrante? Que a la luz de cualquier somero estudio bíblico serio, Juan NO escribió nada?, que el Evangelio de Juan es escrito más bine cerca del año 180 después de la muerte del judío? Que los Hechos, en principio entregado a Pablo, éste No conoció al Emanuel? Y así una serie de falacias que bueno sería las contrastaran antes de subirlas como trabajo para su referencia en próximos trabajos.

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    1. Pablo Herman Brevis Espinoza

      Estimado «opinólogo» Mafra, he estudiado seriamente estos temas entre otros, para una parte de mi tesis de pregrado en filosofía, y no «a la luz de cualquier somero estudio bíblico serio» como usted afirma. El asunto es que basta con darle una mirada a Wipedia (no es este el medio para que yo entre en profundidades) y podrá leer lo siguiente: «…La datación mayoritaria sitúa a este evangelio en los años 90 d.C.
      Las dataciones más tardías están limitadas por el papiro P52 (hacia 125-150),Nota 3 y por las menciones al Evangelio de Juan que hacen Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año 180, así como Clemente de Alejandría y Tertuliano hacia 200.
      Las dataciones más tempranas (P. Gardner-Smith; A. T. Olmstead; E. R. Goodenough; H. E. Edwards; B. P. W. Starther Hunt; K. A. Eckhardt; R. M. Grant; G. A. Turner; J. Mantey; W. Gericke; E. K. Lee; L. Morris; S. Temple; J. A. T. Robinson) (es decir cerca del 95 d.C.
      ) se basan en los siguientes argumentos:
      Se describe la ciudad de Jerusalén que existía antes de ser completamente arrasada en el año 70, con detalles que han sido corroborados por estudios arqueológicos (W. F. Albright; R. D. Potter; Joachim Jeremias). Las descripciones de Jerusalén siempre se hacen en tiempo presente, nunca en pasado.
      El ambiente descrito en el evangelio corresponde al que había antes de la rebelión del 66. (Charles Harold Dodd)…»

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