(Caballero Rosacruz. Gr. 18°)
La idiosincrasia en la que fuimos formados, nos distingue del resto de la humanidad. Nuestro contacto o relación con nuestro entorno, formo nuestro tejido o estructura psicológica que nos soporta y ayuda a interpretar la realidad que nos rodea y la nuestra propia.
La realidad cósmica es una y la realidad humana es otra. Que tienen puntos de coincidencia cierto es, sin embargo, la realidad cósmica es única, mientras que la humana pudiese llegar a ser tan plural y diferente, como grados de consciencias y mentes existan en ella.
Comúnmente se puede apreciar que las personas suelen identificarse a través de esta estructura psicológica de sus ideas, inclusive creen ser el conjunto de experiencia y conocimientos que les fueron inculcadas desde el momento de su nacimiento hasta el momento actual. Nuestra personalidad o lo que creemos ser, nos hace seres virtuales dado que descansa sobre el conocimiento que portamos de nosotros mismos, no de la esencia original. Nacemos con nuestra mente en “blanco”, y son nuestros padres, maestros, guías religiosos y sistemas de gobierno entre otras voces de autoridad quienes nos dan una formación social, un nombre, nacionalidad y religión entre otras cosas más. Todo esto va formando nuestra estructura mental o psicológica que nos identifica como individuos y nos permite o facilita nuestra relación con el universo que nos rodea.
La idea de lo que somos, no es propia ni original, sino implantada o formada por voces y voluntades ajenas a nosotros. La búsqueda de nuestra verdadera identidad requiere libertad, sin embargo y un tanto paradójico, el hombre piensa en forma relativa, incluyendo el concepto o idea que tiene de su propia libertad.
La libertad mental del hombre, está condicionada y limitada por su propia consciencia, de tal modo que las cadenas más férreas y tiranas que lo sujetan, no son exactamente materiales, sino psicológicas. Las ideas, conceptos y creencias en las que fuimos formados, en muchas ocasiones nos impiden o dificultan cuestionarnos y avanzar por confort, superstición, ignorancia o por indolencia.
Una noche viendo un programa del National Geographic en la televisión, Un Judío de familia fundamentalista, deseo y fumo a escondidas, un cigarrillo en “Sabbat”, y decía que temblando de miedo, esperaba que Dios le enviara un rayo desde el cielo y lo matara por tal pecado o infracción. Lo anterior se debía a las ideas que religiosos y familiares habían sembrado en su mente. Obviamente no pasó nada… El hombre para avanzar en su proceso evolutivo, muchas veces debe vencerse a sí mismo.
Todo ser humano busca la “confirmación y aceptación” de sus ideas, creencias y conceptos por la sociedad con la que convive, y busca convencer a través de evidencias que trata de encontrar en el universo material u objetivo que le rodea. El creyente religioso cree confirmar la existencia de Dios tomando como evidencia la existencia de vida en la tierra, la visión de una noche estrellada, o la manifestación de fuerzas y eventos de la naturaleza entre otras cosas más. Pero eso que creemos ver de la naturaleza solo es una parte de un todo, o menos aún, porque solo viene siendo aquello que nuestros sentidos y consciencia son capaces de percibir e interpretar, o sea que no es la realidad definitiva y absoluta. La historia se encarga de confirmar lo anterior al recordarnos que en el pasado, el hombre creyó como verdad cierta y absoluta que la tierra era plana, que el átomo era la parte más pequeña e indivisible de la materia y que la tierra era el centro del universo entre otras cosas más.
Dios la causa primera se pierde en lo infinito volviéndose inefable e incognoscible como el hombre lo es para la célula biológica de su cuerpo. Los Dioses y Demonios “del hombre”, viven su interior, y son fuerzas constructivas o destructivas que emergen como pulsiones que influencian sobre sus actos, pensamientos, emociones (3) y sentimientos (4).
La existencia y acción del Dios Causa Primera, debe ser cósmica, y de ningún modo a nivel individual o de grupo; “El universo reposas en las leyes de la creación” (1). De ahí la frase de Isaac Newton: “A toda acción corresponde una reacción”, o la frase “El hombre es el arquitecto de su propio destino”, y no a la acción de un Dios que está al pendiente de premiar o castigar al hombre.
El hombre es un animal de hábitos y costumbres. La inercia de nuestros actos, pensamientos e emociones, nos sujetan como las langostas que intentan salir del cubo en que se encuentran, más las que están debajo la sujetan impidiéndoselo.
El peor y más severo adversario que tiene el hombre es él mismo, y su consciencia y mente marcan los límites de su realidad. Avanzar implica ampliar o romper con viejos esquemas mentales y emocionales, que en última instancia, solo se tiene a sí mismo para hacerlo.
Cuando Moisés frente a la zarza ardiendo en el monte Horeb le pregunta a Dios por su nombre, éste le contesta: “EHYEH ASHER EHYEH” (Ex. 3:14) que algunos escritores traducen como: “YO SOY EL QUE SOY”, mientras que otros lo traducen como: “YO SOY EL QUE SERÉ” (2).
Concluyo sin terminar.
Objeto y sujeto se vuelven uno en el fenómeno de la observación. El hombre al observar el cosmos y sus Dioses se observa a sí mismo. Esa percepción le revela sus propias capacidades para percibir y comprensión actualmente. La libertad que exige la búsqueda de su propia esencia de cuanto es, es un ilusión de su relatividad, y la realidad que percibe y comprende relativamente, está condicionada y limitada por sus propios sentidos, consciencia, mente y razón.
Los Dioses que el hombre posee, son creaciones propias y análogas a una percepción intuitiva del Dios Primero. La realidad cósmica se le revela gradual y progresivamente conforme su consciencia y mente evolucionan en el saber o conocimiento, porque ésta es la base de la comprensión de su propia consciencia, mente y razón.
Vivimos en un mundo más de “creencias” que de conocimientos científicos, morales, religiosos o místicos. Despreciamos el “dogma”, sin embargo nuestra vida está plagada de ellos, porque la comprensión por uno mismo sobre lo que nos rodea o cuanto somos, depende de teorías e hipótesis de mentes ajenas a nosotros mismos, porque no poseemos el conocimiento por propia experimentación, por decirlo de algún modo más claro: De la biología de nuestro cuerpo, mente, emociones, la física tradicional y cuántica, las matemáticas y adelantos científicos de satélites o naves que hacen posible los vuelos a otros planetas, o los medios de comunicación modernos por mencionar algunos. Sin embargo, la búsqueda de cuanto somos, cuales son los límites actuales de nosotros mismos, cual es nuestro potencial por desarrollar y otras cosas más está legítimamente permitido y es una obligación forzosa porque saber “Que o Quien Somos” o que podemos llegar a ser, conforma nuestra propia realidad. Nuestros propios Dioses esperan alcanzar realización a través y en sus propios creadores. Hombres, Cosmos y Dioses son uno solo, pero no somos plenamente conscientes de ello. Por ello Dios contesta a Moisés “Yo soy lo que soy” o “Yo soy lo que seré”. Porque solo existe el cero como espacio y el uno manifestado en múltiples dígitos, ecuaciones y algoritmos. Y anterior al cero está el “Ain Soph Aur” como los tres velos que cubren el rostro inefable de Dios causa primera y origen de cuanto es… Solo existe un ser en proceso de ser lo que será… Y nada más.
Todo lo anterior se podría sintetizar en siete palabras: “Pasar de la inmanencia a la trascendencia”.
“Detrás de cada palabra hay muchas más”
Fraternalmente.
Lázaharo Hael,’,
Nota:
Palabras, símbolos y alegorías, no son verdades por sí mismas, solo señalan hacia ellas.
El presente son reflexiones y meditaciones personales. No representan necesariamente la opinión de la orden.
No escribo para todos, sin embargo, todo son invitados a leer.
Culiacán, Sinaloa. México. Jueves 07 de abril del 2016.
Bibliografía:
(1).- Los Rosacruces Revelan el Secreto.
(2).- Biblia de estudio.- Reina-Valera.
(3).- La emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.
En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.
(4).- El sentimiento es el resultado de una emoción, a través del cual, la persona que es consciente tiene acceso al estado anímico propio. El cauce por el cual se solventa puede ser físico y/o espiritual. Esta respuesta está mediada por neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina. Forma parte de la dinámica cerebral del ser humano y de los demás animales, que les capacita para reaccionar a los eventos de la vida diaria al drenarse una sustancia producida en el cerebro, al mismo.
( http://psicogene.blogspot.mx/p/las-emociones-los-sentimientos-y-las.html ).